Una vez explicado la
situación de China, no me parece que sea extraño mi deseo de ver el
horizonte y el cielo azul, sin nubes “raras”. Las previsiones
asustaban, y es que visitar Mongolia a finales del invierno no es la
mejor opción, mas llevaba un buen tiempo soñando con las llanuras y
los caballos mongoles y estaba dispuesto a pasar de temperaturas
cálidas hasta los -25 grados. Había leído en el libro de Marco
Polo lo grande que fue hace cientos de años el imperio de Gingis
Khan, llegando su poder hasta las lejanas tierras turcas. Los
mongoles todavía tendrían que tener esa fuerza y orgullo en la
sangre.
Según pasé la frontera
por la parte este de Mongolia en la mitad de una gran tormenta de
nieve (las temperaturas habían bajado hasta los -10) el
comportamiento de la gente cambió dramáticamente. Y es que los
mongoles no son grandes fans de los chinos. Para empezar, el idioma
mas universal del mundo, el corporal, empezó a funcionar mucho
mejor, había un mejor entendimiento. El primer pasaje de tren hacia
la capital pude comprarlo para el mismo día y sin ninguna
complicación. En el tren se respiraba un ambiente tranquilo, no
había necesidad de hablar tan alto como para que las voces se
escucharan por todo el vagón, y después de 12 horas de viaje, el
servicio seguía limpio, sin excrementos, ni noodles, ni plásticos.
Que alivio. Conocí a un mongol en el mismo viaje, quien después de
una larga conversación me facilitó su numero de teléfono y me
ofreció su ayuda para lo que necesitara. La cosa no podría empezar
mejor.
El tiempo fue tan frío
como lo esperado, la mayoría de los días por bastante debajo de los
cero grados, sin embargo, al ser un frío seco y con una media de 255
días de sol al año se soporta bien. Consecuencia de este clima, la
piel de los mongoles suele tener un buen bronceado. La mayoría de
los mongoles tienen una constitución fuerte, y las mujeres no se
quedan atrás. Lo que me llamó mucho la atención fueron los dedos
de las mujeres, cortos pero bien gruesos. Tienen una apariencia seria
y no abundan las sonrisas. Pero eso no significa que sean poco
amigables. Para nuestra cultura una sonrisa al principio de cualquier
relación supone una buena primera imagen. En cambio, cuando nadie
nos devuelve la sonrisa calificaríamos a esa gente como antipáticos,
pero puedo asegurar de que esta gente tiene buen corazón detrás de
su gran capa de hielo. El clima hace endurecer una persona.
En todas las casas tienen
algún sistema de calefacción, y en Ulan Bator, la capital, tienen
un gran problema de polución por la cantidad de carbón quemado
alrededor. Por el contrario, en el campo, a cientos de kilómetros de
la capital donde es difícil encontrar madera o carbón, queman
excremento seco de caballo. La gente vive en “gers”, una carpa
redonda con una “chimenea” en el centro. Ulan Bator se encuentra
en plena fase de desarrollo. Todavía faltan muchas carreteras por
asfaltar, pero los grandes cantidades de esqueletos de los edificios
en construcción delatan su expansión.
Curioseando, una tarde
encendí la televisión para ver que clase de anuncios que tienen, ya
que muchas veces estereotipan el perfil ideal de la sociedad.
Aparecía el clásico campesino mongol montado en su nueva Yamaha,
supuesta mente hablando de las buenas cualidades de la moto japonesa.
Los caballos están quedando atrás. Coca-cola les envía mensajes de
felicidad si consumen su producto mediante chicos y chicas jóvenes
sonrientes vestidos de manera moderna y compartiendo la bebida. Por
ultimo, los móviles van haciendo hueco, y los modelos europeos de
hace 5-10 años son anunciados como modelos de ultima generación.
La comida de basa en la
carne, mal destino para los vegetarianos. Carne de vaca, caballo,
cabra, oveja, etc. Todo vale. Beben un extraño te con leche y sal,
algo que nunca había visto en ningún otro lugar, y la verdad que
tampoco me causó gran fascinación. La leche es algo muy apreciado.
Cada mañana, mediante una cuchara lanzan pequeños chorros de leche
hacia el cielo, pidiendo que salga todo lo negativo de sus cuerpos.
También tienen una bebida alcohólica hecha mediante leche
fermentada. Cada otoño ordeñan los caballos y dejan reposando
durante todo el invierno a una temperatura que se mantiene al límite
de congelarse. Cuando llega la primavera sacan la leche fermentada y
lo celebran durante el festival que acontece durante esa fecha.
Refiriéndome al paisaje,
fue mas o menos lo esperado. En el perímetro de la ciudad hay miles
de chabolas y gers, que me recordaba a las fabelas de Rio de Janeiro.
Tan pronto que uno se aleja de la ciudad, empiezan las grandes
llanuras, se acaba el asfalto y empieza la aventura. Mongolia es el
país menos denso del mundo, y cierta leyenda afirma que hay mas
caballos que personas. Montado en un viejo autobús ruso 4x4 crucé
el país de este a oeste, pasando por un extremo del desierto de
Gobi, por encima de ríos congelados y por pequeñas aldeas nómadas
en la mitad de la nada. Caballos, camellos y águilas, montañas de
arena y llanuras infinitas fueron mi dosis de medicina después de
las grandes ciudades de China.
La próxima vez que vuelva
será cuando las temperaturas sean mas cálidas. El frío me ha
limitado y me he quedado con ganas de descubrir partes remotos del
país. El mes ideal debe de ser septiembre, cuando las masas de los
turistas han vuelto a casa, las lluvias del verano se han marchado y
el tiempo empieza a refrescar, todavía con posibilidad de acampar
libre. Pero eso, otra vez será.
Hello Goratz. I went to Mongolia in late August and early September and I agree it's a very good time to go. The days are mostly sunny and warm but the nights can get a little cold. The rivers are not SUPER high so you can cross most of them in a Russian van, but we did get stuck once so you never know. All in all, Mongolia is AMAZING and I definitely recommend that you go to the eastern countryside some time. Almost no tourists go east (most go south to the Gobi or north to the lake) and it is very beautiful. It is also the homeland of Genghis Khan so there is a lot of history in the east.
ResponderEliminarOh wombatwillies is your friend Anh-Tuan!
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