lunes, 14 de octubre de 2013

Australia-home


Después de haber llegado unas semanas atrás de vuelta a casa, era mi obligación cerrar este proyecto de mi vida que me ha llevado los dos últimos años. Pero no lo quería hacer antes de asentarme, ¿qué prisa habrá? 



No ha sido mi primer viaje largo que he hecho, ni lo se si habrá sido el último (pocas cosas son seguras en esta vida), pero antes de mi llegada sabía que me esperaba un último proceso de asentamiento. Como un pequeño masoquismo, sabes que a la vuelta te esperan interrogaciones peores que las de agencias secretas paquistaníes, que durante un tiempo no sabrás en que dirección seguir, ni tampoco como seguir relacionándote con tu alrededor. Sabes que has cambiado. Y mientras todo el mundo sigue al ritmo de su rutina, uno se encuentra incómodo. Es una enorme resaca después de una fiesta de dos años.

Vestidos tradicionales de Bavaria 


La mayoría de la gente me pregunta que cómo me ha ido la experiencia, si me lo he pasado bien, si me lo he pasado mal. También sobre lo que he hecho, y que les cuente historias. ¿Alguien sabe cómo se pueden resumir dos años de viajes intensivos? Si de verdad a alguien le interesa, necesito unas cuantas horas simplemente para comenzar, y si no, se conforman con un simple "bien". Pero lo que personalmente me interesa y desafortunadamente apenas nadie me pregunta es de lo que he aprendido, de lo que he cambiado desde que salí de casa, de lo que pasa por el mundo, de como vive la gente. De cómo es la gente fuera de casa. ¡Y es que tenemos tantos estereotipos dependiendo de la nacionalidad, religión, cultura o la apariencia de las personas!



Durante esta última semana cada mañana que iba a trabajar a la playa me encontraba a dos personas durmiendo en el porche de las casas que están frente al mar. Me preguntaba si serían viajeros, buscavidas, vagabundos, como queráis llamarlos. Pero entre paredes improvisados de cartón y mantas mantenían su privacidad, obstaculizando toda visión del exterior. Además, para cuando entraba y salía de mi primer cursillo de surf, ya habían desaparecido sin dejar evidencia de haber pasado la noche a la intemperie. De este modo pasaron los días, hasta que un mediodía vi pasar a un hombre de estatura alta y piel oscura, radiocasete en la mano caminando al ritmo de música reggae dirección al porche.


Otra cara de París

Son dos senegaleses que aprovechan la temporada de verano para vender sus mercancías por España con el objetivo de poder llevar sus sueños adelante, pues como ya sabréis en otros países la situación económica es muchísimo peor. Este personaje alegre, además de vender sus collares, rapea y escribe canciones y sus sueños van encaminados por ese sendero: montar un pequeño estudio. Pero detrás de esta historia, quería denunciar que hay alguna persona infeliz que en vez de apreciar lo que tenemos en casa y ayudar al resto se encarga de fastidiar a esta gente: durante dos noches les han robado 2 pares de zapatillas y la manta que utilizan para abrigarse. Parece mentira creer que todavía hay gente que recrimina a estos inmigrantes, mientras que un gran porcentaje de nuestros jóvenes viajan al exterior de la misma manera para encontrar una vida mejor. ¿Cuál será la diferencia?



Por lo que a mí me refiere, poco a poco voy saliendo de la última etapa, con nuevos planes y proyectos que marcan el norte de mi vida. Además las últimas semanas del viaje por Europa, aprovechando para visitar amigos de diferentes países, me valieron para tranquilizarme, empezar a pensar y sacar conclusiones. Me he dado cuenta de lo importante que es escucharte a tí mismo, tener sueños por los que luchar, amigos y familia a los que amar. También que mirando atrás puedo afirmar que los 24 años de mi vida han sido felices y que he buscado y he tenido la posibilidad de enriquecerme por dentro. Me doy cuenta de que todo este maravilloso mundo se ha convertido en el jardín de mi casa, sin fronteras, sin barreras, sin limitaciones.

Gracias a todos por vuestro apoyo y preocupaciones. Es siempre un placer estar de vuelta. 






viernes, 6 de septiembre de 2013

Turquía


Día a día, kilómetro a kilómetro, nos estábamos acercando a casa. El calor y la falta de lluvia habían secado la hierba de las colinas, y el último recorrido en Irán antes de entrar a Turquía nos brindó con un paraje de color dorado bajo el sol radiante que flotaba sobre un cielo azul.


La frontera no fue nada complicada, simplemente nos registraron las mochilas para asegurarse de que no traíamos drogas del sur de Asia. En parte fue un alivio salir de Irán y sentir que cada vez estábamos mas cerca de Europa, pues la obsesión del gobierno en contra de IsraelEEUU y sus espías se ve reflejada en el comportamiento de los soldados y policías.

En Turquía por el contrario, existe otro asunto delicado que trata sobre los Kurdos: un pueblo dividido entre TurquíaIrakIrán y Siria. Durante mi paso por Irán no escuché ninguna vez hablar sobre este problema, probablemente reprimido por el estado, pero sabía que ese sentimiento Kurdo era mas fuerte en el sureste de Turquía y norte de Irak, donde las guerrillas han estado luchando durante los últimos años por la independencia de su paísKurdistan. Es un pueblo orgulloso, duro, pero amable, dispuesto a hablar sin cortarse sobre la política y la situación de las guerrillas. Fue una lástima no tener tiempo para adentrarme en las montañas, ya que por una vez en dos años tenía limitaciones de tiempo para llegar a casa. He leído también que su situación en Siria afectada por la guerra es verdaderamente dura. Los enfrentamientos contra los islamistas, y el bloqueo de alimentos y productos de primera necesidad por parte de Turquía e Irak, quienes no apoyan su causa están provocando gran sufrimiento. Pero para el pueblo Kurdo esta represión no es nada desconocido, y tampoco les van a bajar los ánimos, sino todo lo contrario: sus hermanos de países vecinos están dispuestos ha luchar en Siria para ofrecer apoyo. Para mas informaciónpodéis leer este interesante blog

http://yakurdistan.blogspot.de/



Por lo que a mi me refiere, debo decir que en Turquía también ha habido, y sigue habiendo gran represión. El despliegue militar con impresionantes tanques y soldados armados están cada no muchos kilometros entre aldeas kurdas: sus cuarteles, trincheras y checkpoints son incontables.

Nuestro camino prosiguió por la zona fronteriza de Irak y Siria, hasta llegar al mar mediterráneo. Me esperaba calas cristalinas , playas bonitas y una costa de color azul claro, mas la realidad fue algo distante a lo imaginado... Hoteles de lujo a primera linea de la playa, la cual estaba abarrotada de sombrillas, hamacas y suciedad, motos de agua y jóvenes con sus camisetas de tirantes rosa fosforita con frases absurdas. Resumiendo, un circo.


Fue entonces cuando le hablé a mi amigo alemán sobre Konya y la historia de Shams Tabrizi y Rumi, la historia de un encuentro entre un Sufí y un escolar musulmán, quien se convirtió en un poeta reconocido mundialmente gracias a sus poemas sembradas por el vacío que sintió tras la desaparición/muerte de Shams. Si nunca habéis escuchado nada sobre esto, os animo a leer su historia, o al menos alguno de sus poemas que tratan sobre la religión del amor.

De este modo, decidimos ir a Konya, esperando que esa ciudad nos ofrecería algo mas que la artificialidad de las playas. Aunque esta historia esta actualmente algo comercializada, siendo un punto turístico con sus tiendas alrededor de la tumba de Rumi, siempre encuentras a gente interesante que te cuenta historias que te atrapan perdiendo la noción del tiempo.




















La última ciudad donde descansamos fue Estambul, conocida por su Mezquita Azul y palacios. Siendo finales de agosto, estaba claro que sólos no íbamos a estar. De este modo, me limité a sentarme en los parques y observar a la gente. Había una mezcla especial entre mujeres vestidas con burcas negras, turistas con sus minifaldas, y vendedores de tours empeñados en hacer su negocio del día. La verdad que es una ciudad bonita, pero sin lugar a duda Turquía todavía tiene mejores secretos guardados para quienes se aventuren a recorrer su tierra.


lunes, 12 de agosto de 2013

Iran



Fueron tres los meses en los cuales pasé mil aventuras, descubrí una hospitalidad extraordinaria y anduve por parajes que sólo imaginé existían en un mundo de fantasía. También hubo momentos de desesperación, me costó unas dos semanas salir del país pero al final crucé la frontera y pisé oficialmente suelo iraní. La mancha negra de esta historia es que los oficiales iraníes no me dejaron seguir con mi compañera inseparable, mi pequeña Honda de 125 y la tuve que vender en la frontera. Todo arco iris necesita su lluvia.
 


A ciegas di los primeros pasos en Iran. Sin la moto y con un brusco cambio de planes visité tres ciudades: Yazd, Shiraz y Esfahan. Tuve suficiente tiempo para reorganizar mi viaje y coger ánimos de vuelta. Envié mi mochila grande a casa para poder viajar ligero y ya con una mochila pequeña empecé a hacer autostop. Pero no fue antes de llegar a Esfahan cuando mi viaje se enderezó, cuando me encontré a un amigo alemán que va de vuelta a casa y me ofreció llevarme hasta Europa en su moto.



Irán no se parece casi en nada a Pakistán. Lo primero, que no hay nada a que temer, excepto al gobierno. Con las normas del Corán como leyes oficiales del estado, el alcohol está totalmente prohibido, las mujeres tienen que cubrirse el pelo y los sexos contrarios están completamente separados. En algunas ciudades, en los autobuses locales las mujeres utilizan la puerta de atrás mientras que los hombres se sientan delante, dividiendo las dos secciones mediante una barra de hierro. Mientras caminaba por un parque presencié una escena que me dio lástima. Una pareja joven estaba sentado en un banco charlando tranquilamente cuando dos policías les atraparon. La chica intentaba dar explicaciones, pero como va en contra de la ley reunirse sin antes estar casado, serían llevados a comisaría, avisado a los padres, abierto el expediente y tal vez recompensados con alguna noche gratuita en el calabozo.




Antes existía la policía Islámica quien se encargaba de asegurar que la gente respetaba todas las reglas de su religión. Hoy en día la policía normal se encarga de ello, y verifican que las mujeres llevan adecuadamente cubierto el pelo y que todas las personas visten de manera correcta.



Por otro lado, los iraníes son mucho menos creyentes que los pakistaníes. La mayoría están artos de esas leyes que los califican como absurdas. En Pakistán la gente las respeta por ser parte de su cultura, de su religión, pero aquí en Irán para muchos están fuera de lugar. Es increíble pensar que un gobierno pueda llegar a imponer una creencia y sus normas a todos los ciudadanos, sin diferencia. En la capital, Teherán, las chicas demuestran su punto de rebeldía cuando recogen el pelo en un moño detrás de la cabeza y colocan su paño sobre ello, dejando a la vista la mayor parte del cabello. Aún así, la gente le tiene mucho miedo al gobierno y me recomendaron no escribir este post hasta salir de Irán para no meterme en líos ni causar problemas a mis amigos.
 

La hospitalidad de Irán es conocida entre los viajeros, y puede que para los que lleguen del Occidente sea un paso a lo positivo, mas llegando de Pakistán se queda a medias. Y no crean que les critico, es más, en nuestras vidas todavía tenemos mucho que aprender de esta gente. Pero si me disculpan mi persistencia sobre este tema, es asombroso ver la felicidad que sienten algunas personas cuando con toda su honestidad te acogen en su casa con los brazos abiertos, al fin y al cabo, no siendo más que un extranjero que va de paso.

Que curioso y diverso es el mundo. Cada día me alegra comprobar que aunque las nuevas tecnologías hacen encoger el mundo, todavía existen culturas y costumbres tan diferentes. 

martes, 23 de julio de 2013

Sacrificios y paciencia

No todos los planes salen como uno desea. Entre nervios y tensión llegué a Gwadar, 680 kilómetros de Karachi. Baluchistan era tal y como me esperaba: pobre, seco y solitario. La falta de información me llenaba de incertidumbre y no podía saber lo que me iba a esperar. La milicia independentista baluchi ha operado en la zona durante los últimos tiempos. Los chinos están invirtiendo mucho dinero para desarrollar el puerto de Gwadar, un punto estratégico que ni a Estados Unidos, ni a Iran, ni a India le interesan que los chinos metan sus narices en la zona, y por lo tanto hacen lo necesario mediante sus agencias para remover el estado de tranquilidad. 







Mi llegada a Gwadar no fue del todo dulce. Un extranjero camuflado en vestidos locales y sobre una moto pakistaní sobrepasando tierras sensibles les resultaba sospechoso. Me llevaron horas de interrogación con agencias secretas, inmigración y altos cargos de policía para que al final se convencieran de que mi intención no era más que intentar cruzar a Iran por aquella zona. Pero como no hay mal que por bien no venga, me hice amigo del jefe te policía, quien me acogió en su casa ofreciéndome cerveza y whisky, y diciendo la verdad, el mejor hachís que he visto hasta ahora. 





Lamentablemente, y después de hacer todos los intentos, los oficiales iraníes no me dejaron pasar a sus tierras, me decían que la única frontera abierta para los extranjeros era el del norte, Talftan. Eso me suponía dar media vuelta, y hacer 2000 kms por tierras aún más complicadas.



En Pakistán tener buenos contactos es la clave para que las cosas funcionen mejor. Si no eres nadie, si no conoces a nadie importante, conseguir cualquier permiso o papel llega a ser una odisea. Para poder llegar a la frontera de Taftan, tenía que pasar por la ciudad de Quetta, y el camino más corto que me llevaría allí era una zona de alto riesgo. Los oficiales no me querían dejar pasar, me decían que hay frecuentes tiroteos y que hace unas semanas tirotearon un autobús lleno de gente. Yo les explicaba que lo entendía, pero que la gente local todavía sigue pasando por esa zona y que tenía la urgencia de llegar a Quetta. Con la ayuda del jefe de todo el distrito, me proporcionaron seguridad quien me acompaño durante la mayoría del trayecto: un pick-up que me seguía por detrás con 6 soldados armados. 



Dejando a un lado la tensión que acarrea el miedo, disfruté de la cercanía del mar, de ver como se desplazaban las familias nómadas en sus camellos cargados de trastos y sus hijos montados en burros, de la soledad, del desierto. Me planteaba lo duro que debe de ser vivir en estas zonas. Los más afortunados tienes casas de barro, el resto vive en tiendas de campaña improvisadas. La falta de agua, el polvo, el calor, hacen que estas tierras sean muy inhóspitas. Y en la cuidad de Quetta la situación no mejora. Aunque la temperatura refresca gracias a la altitud, la falta de seguridad y el peligro constante mantienen a la muerte muy presente. La entrada a la ciudad me escoltó una furgoneta blindada, son su sirena encendida abriéndome el camino mientras yo lo seguía por detrás. Los pocos extranjeros que estamos debemos de dormir en un hotel en concreto, tenemos totalmente prohibida la salida fuera sin previo aviso a la policía y sin escolta, y a las 6 de la tarde, después del  toque de queda nadie podemos salir al exterior.



Mi madre me decía que soy un cabezón. Me estoy dando cuenta de que algo de razón tiene, ya que he hecho mas de 2000kms por zonas delicadas, pero yo sigo adelante con mi moto para poder conseguir llevármelo conmigo. Mañana salgo para la frontera con Iran, la última opción para cruzar con mi moto pakistaní. Si las autoridades me lo impiden, intentaré hacer lo posible para poder solucionarlo de alguna manera, y si no puede ser, al menos no habrá quedado nada que pudiera haber hecho y haya quedado sin hacer.

domingo, 7 de julio de 2013

Planeando la salida y los últimos sucesos

En los últimos días he estado atento a las señales, al sexto sentido y a los hechos que se sucedían a mi alrededor. Es parte de mi manera de viajar, procuro que el mismo camino me guíe, y una vez encontrado la dirección correcta es como navegar por el mar con los vientos alisios a favor.


Ayer mismo me dirigía hacia la parte vieja de Lahore. Las calles caóticas saturaban el ambiente mediante vendedores de fruta, rickshows o tuk-tuks, humo, bocinas y demás. Dos ojos me parecían muy escasos para poder prevenir todo lo que pasaba por delante de mi moto. Me metí por la dirección contraria y un policía no perdió la oportunidad: con razones de que mi moto no tiene matrícula delantera, de que iba en dirección contraria y no llevaba documentación, me quería multar. Con el ruido y el ambiente cargado de la calle,  entre gritos y esfuerzos por escucharnos me llevó 20 minutos en hacerle ver de que no tenía ninguna intención de pagar su multa.


Una vez pasado el obstáculo me adentré en la parte vieja, aparqué la moto y pensé en tomarme un te para relajarme y observar. Nada más dar dos pasos, una moto a toda velocidad apareció de la nada, me atropelló, después arrolló a otra persona hasta que finalmente se fue contra una tiendecita. Jaleo. El chico me culpaba a mí, pero yo le hacía gestos con la mano diciendo que andaba demasiado deprisa. Tampoco quería abrir la boca, para no delatarme como turista. Al final intervinieron unos ancianos quienes me dieron la razón y me dijeron que me fuese a por el té. Fue uno de los tés más rápidos que he tomado, pues después de todo lo ocurrido sentía que no debía de estar allí. Efectivamente, unas horas más tarde una bomba explotaba en la zona.

Lahore es una ciudad rica en cultura, una ciudad ajetreada y con un orden público desconocido y difícil de entender para los europeos. Sus edificios nos demuestran una arquitectura de colonia inglesa, mongol y árabe, testigos de la historia. Pero una de las cosas más interesantes en mi opinión son los rezos y rituales de los sufíes. Cada jueves se juntan en los santuarios donde empiezan a sonar los tambores y la gente baila a ritmo de los golpes. En cierto momento comienzan a girar y a dar vueltas, balancean bruscamente la cabeza y  los ojos dejan de enfocar. Están en estado de trance. Si no lo he entendido mal esta es su manera de conectar con lo divino.



Sobre mi historia, he decidido seguir con mis planes y sueños y acercarme a la frontera de Iran con mi moto, descartando la posibilidad de volar. Puede que sea peligroso el camino, pero me estoy mentalizando ya que ese deseo de aventura es lo que me da la vida. No se si me entendéis. Será una ruta diferente y por mucho que pregunte o busque información nadie sabe nada seguro de esa zona. Cabe la posibilidad de que las autoridades no me dejen emprender el camino, o incluso peor, que una vez recorrido los 700 kms de árida tierra y cruzado las delicadas tierras de Baluchistan, no me permitan cruzar para Iran. Sería una decepción. Pero la meta o el destino no es lo que más me importa, sino que el camino en sí, y con ese pensamiento no hay espacio para el fracaso. Ayer mismo, si la policía no me hubiese parado y molestado, si el chico de la moto no me hubiese atropellado... quien sabe si no me hubiese quedado en la parte vieja a cenar justo cuando explotó la bomba. Pero confío en que si sigo mi camino y mi sueño, sea lo que sea, me seguirá protegiendo. Insha Allah.



lunes, 1 de julio de 2013

Situación en Pakistan

Hace dos meses que llegué a este increíble país, y todos los días están pasando cosas que me sorprenden. Son tantas las cosas, que es imposible recordarlos: arrestos, ataques, hospitalidad, parajes. En Pakistán TODO es posible.  Aunque en los últimos posts hablé de forma positiva sobre la seguridad, empiezo a cambiar de opinión, y en este post hablaré con algo más de profundidad a cerca de este tema.


Todo hay que verlo por provincias, siendo Beluchistán y las áreas tribales alrededor de Peshawar las más conflictivas. Comenzando con la primera, Beluchistán, tierra árida pero rica en energía natural, está siendo explotada desde hace años por el país, obteniendo grandes beneficios para Pakistán sin dejar más que migas en la zona. Hay diferentes grupos que operan en la zona, secuestran algunos turistas que vayan de paso, y los venden a talibanes u otros grupos. Añadiendo la lucha entre suníes y chiíes y el enfrentamiento con la armada y la policía, la gente local vive en condiciones muy duras y expresan su cansancio por toda la situación.


La segunda parte, las áreas tribales, es un caso excepcional. La tierra, mayoría de Pashtunes, se encuentra fuera del alcance del gobierno pakistaní. Cuando Pakistán e India se dividieron y el subcontinente desapareció, estas tierras consiguieron su total autonomía, impidiendo totalmente la entrada de la policía. Las tres reglas principales de esta gente son: 1. Hospitalidad, 2. Honor, 3. Derecho a la venganza. De esta manera pueden llegar a ser la gente más hospitalaria 
del mundo y muy buenos amigos, o el peor enemigo que te puedas imaginar. Son gente guerrera, y desde la historia la gente pathan y las armas han ido agarrados de la mano. Ellos tienen derecho a crear su propia ley, y hacer su justicia. Mi experiencia personal me obliga a decir que el trato recibido ha sido increíble. Respetando su cultura y costumbres, la hospitalidad recibida es inexpresable mediante simples palabras. Pero aquí también existen complicaciones. Aprovechando la situación, ha sido buen cobijo para los talibanes, y los ataques entre diferentes grupos son muy intensos. En Peshawar cada dos o tres días explotaba una bomba y una vez escuche disparos detrás mío cuando pasaba con la moto: habían matado a una enfermera que vacunaba a la gente contra la polio. Los hechos se justificaron con que esta vacuna disminuye la fertilidad de la mujer y los extremistas no lo toleran.


En general me he sentido bastante tranquilo viajando por el país, hasta hace unos días. Pasaba con mi moto por un alto paso, quería visitar una vez más las áreas del norte, ver alguna montaña de 8000 metros y algún otro glaciar. Todos mis deseos se cumplieron sin grandes incidencias, mas me comentaron que hace justo un año mataron a 25 personas chiíes en la misma zona que crucé. Las tierras parecían tan pacíficas y tan tranquilas que me costaba entender cómo pudo ocurrir tal suceso. A la mañana siguiente, cuando me desperté saltaron las noticias sobre 10 turistas asesinados a sangre fría cerca de un valle donde estaba. Evacuaron al acto a todos los turistas de alrededor en aviones militares, pero como yo estaba en casa de un amigo y no en un hotel, nadie me aviso sobre la evacuación. Y allí me encontraba, con mi moto. Los talibanes han anunciado que van a por turistas, están artos de las bombas de los drones americanos que matan gente constantemente en las partes tribales del país. Que mejor manera para la lucha internacional que ir a por turistas.






Me bajé en tres días de vuelta a la capital, vestido de manera tradicional pakistaní, y con mi moto local. La barba me ayuda, y aparentemente mis rasgos faciales se ajustan a la gente pashtun. De esta manera, si no hablo y me mantengo callado no llamo demasiado la atención. Mi plan de cruzar Beluchistán en la moto se va cambiando, ya que antes el riesgo existente era la posibilidad de que te tocara alguna bomba en las cercanías, pero ahora nos hemos convertido en blancos. En los siguientes días decidiré si merece la pena arriesgarse y cruzar la zona, o vender la moto y volar a Irán.

sábado, 15 de junio de 2013

Kalash, variedades de Pakistán


Existen tres valles especiales al noroeste de Pakistán, en la provincia de Pakhtunkhwa, exactamente a pocos kilómetros al sur de Chitral. Estando dentro de las tierras musulmanas pakistaníes, todavía sobrevive una tribu llamada Kalahs, gente totalmente opuesta al resto de su país. Entre algunas otras teorías, se cree que estas personas llevan miles de años en esos valles, siendo los descendientes de los guerreros de Alejandro Magno.



El viaje desde Gilgit conlleva unos cuantos días sobre camino de piedras, acantilados y un paso a unos 3800 metros de altura. Siguiendo con mis planes y sueños, y después de intentar en muchos países, finalmente he comprado una buena moto y conseguido ponerlo a mi nombre. Con la deseada libertad de la moto,  estuve cuatro días de viaje desesperándome con la pésima carretera y disfrutando de un paraje solitario y vello: un lago como si fuera un enorme espejo reflejaba grandes montañas de nieve, acantilados de paredes de barro con canales creados por la lluvia de miles de años y pequeños pueblos con gente maravillosa.





No habrá en el mundo muchos países tan hospitalarios como Pakistán. A este ritmo, durante mis posts sobre Pakistán os aburriréis de leer lo increíble que es la gente, pero tengo excusa suficiente con querer desmentir desde mi pequeño blog a la gran "media" mundial cuando desaconsejan completamente visitar este país.  Me acogen en casas como si fuera un rey, si les pido ayuda a alguien dejará las cosas que estaba haciendo y me ayudará.

La seguridad en esta zona no es la misma que en Gilgit. Al estar a unos 15 kilómetros de Afganistán hay tensión por parte de la policía, pues la zona se encuentra a mano de los talibanes y ya ha habido problemas. La gente kalash no es musulmana, por lo que pueden beber alcohol, la mujer no se tiene que tapar, es libre  y visten vestidos de colores muy alegres. Imposible de ser de gusto de los talibanes. Además, hace dos años un alemán fue secuestrado cuando trabajaba en uno de los valles y desde entonces al llegar a la ciudad te tienes que registrar en la policía y te asignan un escolta personal con su fusil inseparable en la mano. Como te tiene que acompañar a todas horas y a cualquier sitio, al final acaba siendo un amigo más, además de guía y traductor de idiomas.




El festival fue sorprendente: ver a todas esas mujeres bailar alrededor de los tambores con vestidos y sombreros con muchísimos colores y bordados a mano, hombres borrachos con sus curtas y chalecos empujando y gritando. La mayoría coinciden en tener rasgos arios: piel más blanca y ojos claros, tan claros como pueden tener al norte de Europa. El pequeño pueblo estaba lleno de alegría. Por la noche nosotros también tuvimos música en el camping y pudimos intentar con unos bailes locales de Chitral gracias a los ánimos que te dan dos vasos de arak.





Ahora que las elecciones han pasado, y parece que la vida vuelve a la normalidad, voy a seguir bajando al sur por la carretera que va cerca de Afganistán hasta llegar a la ciudad de Peshawar. Me han comentado que hay enormes bazares y gente muy musulmana con curtas negras, burcas y largas barbas grises. Ha habido bastante movimiento por las elecciones y los turistas hemos tenido restricciones por seguridad para movernos en la zona. Es totalmente lógico el ajetreo, ya que estas elecciones son supuestamente una de las elecciones más transparentes que se han hecho, y la gente tiene altas expectativas acerca en un cambio en la marcha del país. Hubo atentados con bombas en Peshawar, pero espero que ahora la situación este algo más estable y segura.