viernes, 2 de noviembre de 2012

Guatemala


Guatemala, el país de la eterna primavera es una mezcla salvaje de paisaje verde, cowboys, armas, cárteles de narcotráfico e inmigrantes con destino EEUU. Esa es mi primera impresión desde que he llegado al país, y junto a este post me gustaría razonarlo.


La llegada al país no pudo ser de mejor fortuna. Mi amigo uruguayo tenía un contacto de un chico guatemalteco, quien pensábamos visitarlo. La visita se alargó a casi 2 semanas. Nos hemos integrado muy bien en la casa gracias a la cálida hospitalidad ofrecida por toda la familia y consecuencia de su gran generosidad nos vamos con unos kilos de más. A pesar de ser una familia humilde, nunca faltan ni las tortillas ni los frijolitos. No solamente alimentan a sus hijos, si no que alimentan a sobrinos, invitados y a un niño llamado Chava: su padre falleció y su madre se quedo ciega en el parto. Si la buena gente que les rodea no les ayudaran, madre e hijo ya se habrían muerto de hambre hace tiempo, literalmente. No existen ayudas sociales.

El barrio donde viven es una zona bien tranquila. Aunque no haya presencia policial, desde el principio nos aseguraron la seguridad que sentiríamos allí. Al rededor deben de vivir unos personajes, que toman la justicia por su cuenta. Les gusta que sus niños puedan estar tranquilos en la calle: si alguien molesta, no molestará dos veces. En más de una noche nos despertaron los disparos secos, que rompen con el silencio y tranquilidad. Guatemala vive las secuelas de varios años de guerra y guerrillas. Las armas se ven por todas partes, y no se acompaña bien con la fuerte costumbre de beber y emborracharse. Se ve gente con pistolas en los supermercados y por la calle. Una persona con una recortada no causa impresión entre los paseantes y si uno lee las noticias, ve que la muerte es un compañero que vive cerca. Las peleas, celos, envidia, o intereses acaban en disparos. 

La gente adinerada en cambio tiene un as en la manga, con sus guardaespaldas y carros blindados. Son los que mandan, los que compran la policía y ponen las reglas. Unos chicos entraron a robar a unas casas del vecindario, cosa que no gustó nada en la zona y mandaron a investigar para que se supiera quienes habían sido. Sin mucho esfuerzo se descubrió que eran unos chicos que frecuentaban al campo de baloncesto que iba el chico que vive en la casa donde hemos estado. Un día, un vecino le dijo al chico que esa tarde no fuera al campo. Ni él, ni sus amigos. Cuando los ladrones llegaron al campo y vieron que no había nadie, sospecharon y se marcharon: dos en bicicleta y otro caminando. Fue cuando una furgoneta se acercó, bajaron unos hombres con unas AK 47 y les llenaron el cuerpo de plomo. Una anciana que lo vio todo denunció a la policía, pero no tuvo otra alternativa que retirarlo días más tarde si quería conservar su vida. Los sicarios no faltan.


Una noche que descansábamos tranquilos en la hamaca del porche de casa, el padre nos sorprendió con una pistola de 9 mm y una escopeta pajera. Cuando se enteraron de que nunca en la vida había disparado se sorprendieron, y allí mismo, en el porche de la casa, en la mitad del vecindario me dejaron probar las dos. Me sorprendió que ningún vecino se acercara ni se quejara: cuando se oyen disparos nadie mira, nadie quiere saber nada. 

Otra cosa que llama la atención es el sueño que tienen de visitar los Estados Unidos con esperanza de una vida mejor. De ahí la gran cantidad de inmigrantes que intentan cruzar la frontera pagando los servicios de los "coyotes". Desde sus casas lo ven lejos como uno ve el horizonte en el mar y nos preguntan si alguna vez hemos estado allá. Después nos hablan de los familiares que tienen en el extranjero o sus experiencias personales. 

El último punto que quería compartir es la inferioridad de la mujer sobre el hombre. El machismo está presente en la sociedad, y los esquemas sociales de que el hombre trabaja fuera y la mujer debe cuidar de la casa son indestructibles. Comentarios como que desde el noviazgo la mujer pertenece al hombre no son poco comunes.

Con este post no quiero pintar el país de un color oscuro, si no de un color intenso. Se respira un aire diferente, y uno camina de otra manera, de una manera más cuidadosa, más cercana. Más latina. Como dice el dicho, la risa vale tanto porque existe el llanto. Y en este país donde existe tanto llanto, la sonrisa que desprende después le hace a uno enamorarse de Latinoamérica.



Video donde se resumen mis primeros pasos del viaje.


3 comentarios:

  1. Gran familia, se le olvidó mencionar que es en ek Depto. de Petén, en el bello municipio de SAYAXCHE.

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  2. Gran familia, se le olvidó mencionar que es en ek Depto. de Petén, en el bello municipio de SAYAXCHE.

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