viernes, 4 de mayo de 2012

Malaysia-Thailand


Lo bueno de viajar, es que nunca sabes lo que te espera. De un día a otro, te puede cambiar todo lo que habías pensado o planeado. Y la llegada a Malaysia, así fue.

Salí de Sumatra con un barco que me llevó al puerto de Port Klang, cerca de Kuala Lumpur. El contraste entre la isla de Indonesia y Malaysia fue muy grande: autopistas con peaje y 3 carriles, semáforos que funcionan y que todos los respetan, autobuses con puertas, etc. Un país con un poco de orden. Pero a la vez empezaron las reglas. No me dejaban meter la bicicleta en los trenes y tampoco en los autobuses. Una de las razones por la que empecé este viaje en bicicleta era vivir una nueva experiencia, y después de 6 meses montado en ella, esa motivación se fue disminuyendo. Mi corazón me pedía nuevas aventuras, y la idea de visitar las islas de Malaysia y Tailandia con una mochila me llenaba de energía. Así pues, me quedé unos días en Kuala Lumpur para organizar esta nueva etapa de mi viaje.



Kuala Lumpur me dio la sensación de haber hecho un acercamiento a Europa. Es una ciudad moderna con grandes centros comerciales testigos del existente consumismo, "Sky Trains" que recorren la ciudad, etc. Mandé la bicicleta a casa por barco (me costó 25 euros), me compré una mochila para meter mis cosas, y cogí rumbo hacia las islas del noroeste. Después de un autobús y dos barcos, llegué a la isla de Langkawi. A decir verdad, la isla me decepcionó un poco. Al ser una isla "duty free" o libre de impuestos, hay un gran turismo extranjero y local en busca de alcohol y tabaco baratos. Con un día, me bastó para recorrer la isla, y decidir que me quería ir a una pequeña isla desierta de alrededor, para estar sólo y en tranquilidad. Pregunté en agencias locales por el modo de llegar a esas islas, pero no entendían el por qué de querer ir yo solo, a pasar un par de días a una isla que no vivía nadie. Me dijeron que al menos, necesitaría un permiso de la policía. ¿Permiso de la policía para ir a una isla? Era la hora de hacer un plan B. Pregunté dónde vivían los pescadores, y me acerqué a su zona. Hice unos amigos en seguida, les expliqué mi plan y un hombre me dijo que me llevaría a una de las islas. Perfecto. Acordamos salir el día siguiente por la mañana, y me dejaron dormir en una chabola que tenían el la playa.



Amaneció el día con un cielo azul. El pescador llegó puntual, y yo estaba listo. Tardamos media hora en llegar a mi pequeña isla; era una isla alargada, con dos montañitas a cada esquina y una playita en el centro. No había monos que me molestaran o me robaran comida, pero tenía que tener cuidado con las serpientes, "King Cobra". Bien. El pescador me dejó en la isla, y acordamos que le pagaría cuando viniese a recogerme. Así me aseguraba que no se le olvidaba volver. Pasé el día montando el pequeño campamento, haciendo fuego y relajándome. Cené viendo el anochecer, pero a la hora de dormir, cayó el primer rayo junto a un fuerte trueno. Se acercaba una buena tormenta por mi espalda, y estaba solo en una pequeña isla, sin poder escapar a ningún lado. Empezó a llover fuerte, a soplar el viento, y a caer rayos cerca de la isla. Ya tuve una experiencia parecida en el desierto de Australia, y no es nada divertido, pero es parte de la aventura. Estás solo, y si te pasa algo, no hay nadie que te ayude. Una tormenta tras otra, esa noche no pude dormir más de 2 horas.



Seguí mi rumbo hacia Tailandia. Dicen que el sur de Tailandia no es muy seguro. Hay unas zonas donde un grupo está luchando para separar su territorio de Tailandia, ya que son musulmanes y Tailandia es un país budista. Hacen ataques puntuales con bombas, pero una vez que estás por la zona, yo no noté miedo ni peligro. 

Cada isla/playa tiene su personalidad y diferentes cosas que hacer. Siguiendo al norte, llegué a Tonsai Beach, una playa famosa entre los escaladores. Probé la escalada. Seguí por la isla Koh Phi Phi haciendo una buena fiesta, y terminé con las islas en Koh Tao, donde me he iniciado en el buceo. 




En este momento estoy viajando temporalmente con Endika, un chico de Santurtzi que conocí en Koh Tao. Vamos haciendo "auto stop" hacia Bangkok, y luego sigo mi camino para llegar al norte de Tailandia.



Cuando estaba en Malaysia dudando que hacer con mi viaje, me dio miedo mandar la bicicleta a casa, pensando que me podría arrepentir de ello. Pero poco a poco voy aprendiendo que el corazón es sabio, y que si te dice una cosa y le haces caso, hay poca probabilidad de que sea una mala decisión. Hay momentos en la vida, donde el corazón te dice una cosa, pero la cabeza otra. Sabes que una pequeña decisión puede cambiar por completo el rumbo de tu vida, que cogerás un camino sin vuelta atrás, y el conflicto entre la cabeza y el corazón se intensifica. A la cabeza le gusta la comodidad y siempre tira hacia lo fácil. El corazón en cambio, nos dirige por el buen camino, aunque a veces lo intentemos callar para seguir por el camino más suave. Escuchar lo que os dice, y seguir con vuestros sueños, porque aunque no parezca el camino más lógico, es lo que os va a hacer feliz.


6 comentarios:

  1. In deken aktualizazio onenetakua!!Asko gustau zaiak hire abenturak irakurtzia, segi hola!!!!

    MAK

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  2. Gato!!! me encanta esto!!.. besos..
    Angie

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  3. "El corazón tiene razones que la Razón no entiende"
    (Blaise Pascal)

    ¡Tú también estás hecho un filósofo!
    Disfruta tu aventura.

    Iker eta Kermanen ama :-)

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  4. Oso ona Goratz, oso ondo espresauta. Gustatzen zaizkiak hire pentsakerak. Segi hola motel!

    Yerobi

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  5. Oso ona Goratz!! ik dazkak ik potruak...jajaj jarraitu aktualizatzen tope aiaiz ta!! ta zaituai!

    ALAN

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  6. Me ha encantado ésta entrada y seguro que si has "acertado" con mandar la bici (Iy el país desde donde mandarla...25 euros!!;)).
    Oso ondo txapel, aurrera segi, ta gogor!
    Iker

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