lunes, 12 de agosto de 2013

Iran



Fueron tres los meses en los cuales pasé mil aventuras, descubrí una hospitalidad extraordinaria y anduve por parajes que sólo imaginé existían en un mundo de fantasía. También hubo momentos de desesperación, me costó unas dos semanas salir del país pero al final crucé la frontera y pisé oficialmente suelo iraní. La mancha negra de esta historia es que los oficiales iraníes no me dejaron seguir con mi compañera inseparable, mi pequeña Honda de 125 y la tuve que vender en la frontera. Todo arco iris necesita su lluvia.
 


A ciegas di los primeros pasos en Iran. Sin la moto y con un brusco cambio de planes visité tres ciudades: Yazd, Shiraz y Esfahan. Tuve suficiente tiempo para reorganizar mi viaje y coger ánimos de vuelta. Envié mi mochila grande a casa para poder viajar ligero y ya con una mochila pequeña empecé a hacer autostop. Pero no fue antes de llegar a Esfahan cuando mi viaje se enderezó, cuando me encontré a un amigo alemán que va de vuelta a casa y me ofreció llevarme hasta Europa en su moto.



Irán no se parece casi en nada a Pakistán. Lo primero, que no hay nada a que temer, excepto al gobierno. Con las normas del Corán como leyes oficiales del estado, el alcohol está totalmente prohibido, las mujeres tienen que cubrirse el pelo y los sexos contrarios están completamente separados. En algunas ciudades, en los autobuses locales las mujeres utilizan la puerta de atrás mientras que los hombres se sientan delante, dividiendo las dos secciones mediante una barra de hierro. Mientras caminaba por un parque presencié una escena que me dio lástima. Una pareja joven estaba sentado en un banco charlando tranquilamente cuando dos policías les atraparon. La chica intentaba dar explicaciones, pero como va en contra de la ley reunirse sin antes estar casado, serían llevados a comisaría, avisado a los padres, abierto el expediente y tal vez recompensados con alguna noche gratuita en el calabozo.




Antes existía la policía Islámica quien se encargaba de asegurar que la gente respetaba todas las reglas de su religión. Hoy en día la policía normal se encarga de ello, y verifican que las mujeres llevan adecuadamente cubierto el pelo y que todas las personas visten de manera correcta.



Por otro lado, los iraníes son mucho menos creyentes que los pakistaníes. La mayoría están artos de esas leyes que los califican como absurdas. En Pakistán la gente las respeta por ser parte de su cultura, de su religión, pero aquí en Irán para muchos están fuera de lugar. Es increíble pensar que un gobierno pueda llegar a imponer una creencia y sus normas a todos los ciudadanos, sin diferencia. En la capital, Teherán, las chicas demuestran su punto de rebeldía cuando recogen el pelo en un moño detrás de la cabeza y colocan su paño sobre ello, dejando a la vista la mayor parte del cabello. Aún así, la gente le tiene mucho miedo al gobierno y me recomendaron no escribir este post hasta salir de Irán para no meterme en líos ni causar problemas a mis amigos.
 

La hospitalidad de Irán es conocida entre los viajeros, y puede que para los que lleguen del Occidente sea un paso a lo positivo, mas llegando de Pakistán se queda a medias. Y no crean que les critico, es más, en nuestras vidas todavía tenemos mucho que aprender de esta gente. Pero si me disculpan mi persistencia sobre este tema, es asombroso ver la felicidad que sienten algunas personas cuando con toda su honestidad te acogen en su casa con los brazos abiertos, al fin y al cabo, no siendo más que un extranjero que va de paso.

Que curioso y diverso es el mundo. Cada día me alegra comprobar que aunque las nuevas tecnologías hacen encoger el mundo, todavía existen culturas y costumbres tan diferentes. 

1 comentario:

  1. Una vez más, me gusta el texto que no, a ratos, el contenido.

    Soy de los que creo, porque lo veo, que las religiones son las que crean el 50% (por lo menos) de las guerras y conflictos. El otro 50% es la incultura y el poder.
    No tengo mucho que decir a eso de separar a las personas por ser de diferentes sexos o que dos personas que se quieren no se puedan reunir más que a escondidas, todo eso cae por su propio peso.
    Un placer leerte txapeldun! Besarkada desde Pantín, que hoy han habido olas! ;)
    Cuídate.
    Iker.

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